Yesenia Peredes Lazaro UnADm
Me gusta leer mucho, hacer manualidades,
miércoles, 18 de noviembre de 2015
martes, 17 de noviembre de 2015
La inteligencia artificial. (Herrera, 2013).
La
inteligencia artificial
¿Hacia dónde nos lleva?
Los esfuerzos por reproducir algunas habilidades mentales humanas en máquinas y androides se remontan muy atrás en la historia. El mito del coloso de Rodas entre los griegos, las estatuas "parlantes" del medioevo, el androide de Von Kempelen que jugó al ajedrez con Napoleón, y el "motor analítico" de Charles Babbage que calculaba logaritmos, son sólo algunos de los ejemplos de este antiguo interés. Igualmente, la concepción de la inteligencia humana como un mecanismo no es reciente ni ha estado disociada de la psicología: Descartes, Hobbes, Leibniz, y el mismo Hume se refirieron a la mente humana como una forma de mecanismo. La IA fue introducida a la comunidad científica en 1950 por el inglés Alan Turing en su artículo "Maquinaria Computacional e Inteligencia."
¿Puede la inteligencia ser artificial?
La inteligencia artificial (IA) puede
definirse como el medio por el cual las computadoras, los robots y otros
dispositivos realizan tareas que normalmente requieren de la inteligencia
humana. Por ejemplo, la resolución de cierto tipo problemas, la capacidad de
discriminar entre distintos objetos o el responder a órdenes verbales. La IA
agrupa un conjunto de técnicas que, mediante circuitos electrónicos y programas
avanzados de computadora, busca imitar procedimientos similares a los procesos
inductivos y deductivos del cerebro humano.
Se basa en la investigación de las redes
neuronales humanas y, a partir de ahí, busca copiar electrónicamente el
funcionamiento del cerebro. El avance en la investigación de las redes
neuronales va ganando terreno a una velocidad espectacular. Entre sus
aplicaciones destaca la poderosa computadora Deep Blue, que puede vencer a
cualquier jugador de ajedrez: no sólo tiene gran cantidad de jugadas
programadas, sino que aprende de su adversario, por lo que se va volviendo
capaz de adelantarse a las decisiones de su enemigo y hundir sus estrategias
antes de que prosperen.
¿A nuestra imagen y semejanza?
La
palabra robot, acuñada en 1921 por el escritor checo Karel Capek, ya ha dejado
de ser sinónimo de androides metálicos que van moviendo sus brazos como
tentáculos, mientras avanzan sobre sus rueditas por el planeta de las Amazonas
Sicodélicas. Los robots serán parte de nuestra vida cotidiana. Ya comienzan a
serlo. En el siglo XX, el ser humano intenta reproducir el antiguo mito de la
creación. Así como, según la Biblia, Dios creó a Adán y a Eva para no estar
solo, ahora nosotros quisiéramos crear compañeros a nuestra imagen y semejanza.
¿Pero, de qué tipo?
Que
nos sean útiles y podamos interactuar con ellos de una forma cercana, casi
natural; por eso se desea poner un cerebro artificial dentro de un cuerpo que
imite lo mejor posible al nuestro. Somos como tristes Gepetos soñando con darle
vida a un muñeco de madera para no sentirnos tan solos. Procurando ese sueño,
el industrial estadounidense Joe Engelberg construyó un prototipo en los años
cincuenta, y en la década siguiente vendió su primer robot útil. Pero realmente
los robots dejaron de ser ficción en los años ochenta, cuando brazos gigantes
que se movían obedeciendo un programa predeterminado, desplazaron a los obreros
en las fábricas automotrices de Japón. Y aunque la robótica tiene el objetivo
de poner a las máquinas a trabajar en todas las áreas posibles, esto es caro y
complicado. En los Estados Unidos han logrado crear un modelo que es capaz de
caminar, captar el movimiento de una pelota en el aire y cacharla con su mano
mecánica. Sin embargo, para ejecutar un movimiento tan sencillo, el costoso
robot (que asemeja más a una maraña de alambres y pistones hidráulicos que a un
humano) está conectado a varias computadoras que trabajan a su máxima capacidad
intentando coordinar lo que detectan los “ojos” (varias cámaras de video) y el
movimiento del brazo y la mano.
Pero
siguiendo esta línea de avance, es posible que en la próxima década sea común
que en la central de autobuses una máquina pregunte al pasajero si desea viajar
en un autobús conducido por un humano o guiado por computadora; este último
servicio será más seguro y por lo tanto más caro. Se espera que en poco tiempo,
imitando el funcionamiento de nuestro cerebro, las computadoras ya no tendrán
un gran procesador, sino miles (y más adelante millones) de pequeños
procesadores totalmente interconectados entre sí, lo que permitirá la
maravillosa capacidad de aprender a través de experiencias recogidas por los
“sentidos” de la máquina (cámaras de video, micrófonos, etcétera)
Un
día, la producción en masa hará a los robots baratos. Si algunos tendrán una
figura semejante a la nuestra, está por verse. Lo que parece más factible es
que sus cerebros electrónicos tengan algún grado de inteligencia
¿Pueden pensar las máquinas?
Se
ha logrado dotar a las máquinas de información útil que pueden usar en un
ámbito especializado, por ejemplo para recorrer una trayectoria de obstáculos y
memorizarla o para ejecutar algunos procesos complejos, pero el pensamiento
humano es otra cosa: nuestro cerebro posee aproximadamente 10 mil millones de
neuronas y si todavía no sabemos exactamente cómo se interrelacionan para
“pensar”, mucho menos podemos reproducir en una máquina ese proceso. Hay muchos
aspectos que diferencian al cerebro humano de los sistemas desarrollados por la
inteligencia artificial, entre ellos:
• Las máquinas carecen de mecanismos
intuitivos y se basan sólo en el método automático de prueba y error; por ello,
no tienen la capacidad de reaccionar ante situaciones inesperadas ni la
posibilidad de generalizar acontecimientos distintos.
• Las máquinas carecen de creatividad, aspecto
hasta ahora totalmente humano. En las máquinas no existe una interrelación
creativa, y los cambios de contexto no implican una modificación sustancial
entre sus circuitos y programas; el medio circundante no modifica
estructuralmente sus funciones.
• La mente humana está provista de valores
producto de la interrelación social; al carecer de aquéllos, las máquinas no
pueden evolucionar o autoperfeccionarse.
¿Qué podemos esperar en el futuro?
Se
han hecho cuantiosas predicciones de lo que la aplicación de las técnicas de IA
traería en el futuro; algunas podrían ser realidad en poco tiempo y otras
parecen francamente especulativas. Echemos un vistazo: En el terreno de las
computadoras personales, la velocidad de un procesador será enorme y no
podremos agotar su memoria ni cargando ciclos enteros de cine ruso, que podremos
ver doblados al español con una voz idéntica a la de los actores. Serán
gobernadas con la voz: “Actívate”. Quizá ya no sean necesarios los monitores;
unos anteojos inalámbricos de realidad virtual nos mostrarán cómo va quedando
nuestro texto. Los teclados también serán tan obsoletos como ahora lo son las
tarjetas con hoyitos; en vez de teclear, quizá podremos plasmar palabras en la
memoria de la computadora con sólo imaginarlas, gracias a una discreta placa
(chip) adherida a nuestra frente. Una voz agradable nos dirá al oído que hemos
cometido un error de sintaxis y nos proporcionará, si lo deseamos, una lista de
posibles soluciones.
En
lugar de usar el “ratón”, podremos manipular el texto (o el dibujo, o lo que
sea) con el movimiento de nuestros ojos, que será detectado por un inofensivo
rayo láser. A la vanguardia de la IA El doctor Ismael Espinosa del Laboratorio
de Cibernética de la Facultad de Ciencias, de la UNAM en entrevista dice:
¿Qué
sueñan los que ahora están a la vanguardia de la inteligencia artificial? Creo
que el hombre desea, desde hace mucho, a un amigo que lo acompañe en su viaje
por el cosmos. Hace milenios se inventaron las marionetas, después los
androides animados por complejos mecanismos de relojería, como el famoso
jugador turco de ajedrez, que incluso le ganó a Napoleón una partida (años
después se descubrió que en su interior había estado escondido un enano). Los
robots del futuro harán que los prototipos actuales se parezcan a aquellos
llenos de engranes del siglo XVIII. ¿Y
cómo serán esos robots? —Quizá sean robots biológicos. Definitivamente la
clonación es un fuerte competidor de la robótica como la conocemos. Ya se puede
clonar fibra muscular mucho más fuerte que la nuestra, u órganos internos tan
complejos como el corazón. ¿Se puede clonar un cerebro? —Aún no, pero ya
trabajamos en las redes neuronales, que intentan ser la copia electrónica del
funcionamiento de un cerebro. Actualmente usamos redes pequeñas, pues cuando
éstas son muy complejas, se pierde el control y ya no sabemos exactamente qué
está ocurriendo ahí dentro.
¿Cómo va el estudio de la robótica en
México? —Un poco atrasado. Las redes neuronales comenzaron a
usarse desde los años 60, pero entonces, cuando yo traje ese concepto a México
y me tildaron de loco, ni siquiera me dieron acceso a las computadoras que se
tenían, así que perdimos muchos años. Ahora, que ya se sabe qué son y qué alcances
tienen, todos quieren saber de redes neuronales. Por otro lado, la robótica es
una ciencia muy compleja, que necesita ingenieros en computación, ingenieros
mecánicos y electrónicos, matemáticos y hasta expertos en fisiología.
Desarrollar un robot requiere de equipos multidisciplinarios que no siempre son
fáciles de armar. Finalmente, sólo quisiera agregar que por más que avancemos
en el campo de la inteligencia artificial, siempre sentiremos que hay una
especie de enano escondido dentro de los robots.
La
red Internet, que llegará a nuestra casa a través del cableado óptico,
transportará inmensas cantidades de información que serán cargadas en nuestra
computadora en décimas de segundo. Las imágenes aparecerán instantáneamente y
nos reiremos de la época en que una página tardaba hasta 10 minutos en “bajar”.
Por medio de la red podremos acceder a cualquier programa de televisión o radio
que se transmita en cualquier parte del mundo, con una traducción impecable, o
guardarlo en la memoria de la máquina si deseamos verlo más tarde, como si
fuera una videocasetera. Pero si algún amigo se perdió de ese programa, se lo
enviaremos a su terminal en segundos.
Los
estudiantes tendrán cada vez más clases virtuales en las que accederán directamente a los bancos
de información de la universidad y se comunicarán con sus maestros sólo para
resolver dudas o exámenes. Pronto los robots comenzarán a desplazar al personal
que nos atiende detrás de las ventanillas. Una máquina podrá perfectamente
cambiarnos un cheque y resolver de manera satisfactoria las dudas sobre nuestro
estado de cuenta. Los
edificios “inteligentes” serán comunes; Verbalmente activaremos la
televisión, el aparato de sonido o cualquier otro electrodoméstico conectado a
nuestra ama de llaves cibernética. Por las mañanas, el desayuno que dejamos en
el microondas comenzará a prepararse; en la radio la estación de nuestra
preferencia nos despertará mientras el calentador se ajusta para que nos demos
una ducha deliciosa. Es muy probable que en pocos años, robots cirujanos realicen complejas
intervenciones utilizando el instrumental quirúrgico con la precisión de una
impresora. Algún día, el Sojourner, el robot que exploró Marte, será una caja
de zapatos comparada con los que llegarán a ese planeta, no para posar un
espectrómetro sobre las piedras, sino para construir los centros urbanos de los
primeros colonizadores. La última frontera serán los robots biológicos
autorreplicantes que poblarán en nuestro nombre otros sistemas solares hasta
hacerlos habitables para nuestra especie.
¿Y la gente?
Al
parecer la inteligencia artificial promete un mundo fantástico, pero ¿realmente
lo será? ¿Qué pasará, por ejemplo, con la enorme cantidad de seres humanos que
no tienen acceso a la educación ni a la tecnología?, ¿qué pasara con las
relaciones humanas y con la economía, con la enorme brecha entre ricos y
pobres, entre desarrollo y subdesarrollo? No sabemos a ciencia cierta cuál será
el futuro de la humanidad, pero sí sabemos que indudablemente cambiarán las
relaciones de producción y quizá de comunicación. Es altamente probable, por
ejemplo, que se agrave aún más el problema del desempleo; que se transformen
radicalmente los conceptos de ocio y tiempo libre; que cambien las relaciones
laborales entre patrones y trabajadores; que haya una revolución aún mayor en
cuanto al acceso a la información y que se agudicen las diferencias entre
países hacedores de tecnología y de aquellos históricamente dependientes. Es
casi seguro que la inteligencia artificial y el desarrollo tecnológico
subsecuente estarán al servicio de una minoría. Si por el contrario, el
desarrollo tecnológico –y específicamente la inteligencia artificial— se
utiliza para lograr que todos en este planeta logremos un mejor nivel de vida
en estricta relación con el medio ambiente, tal artificio será realmente inteligente.
Reflexión
La
IA es uno de los avances más tecnológicos de nuestros tiempos, computadoras que
piensan por nosotros y nos ahorran trabajo. Suena bien, pero también debemos
tener en cuenta que estos mismos avances llevan a creaciones pocos
convencionales y que si no se maneje con sumo cuidado la IA puede tener
comportamientos nocivos. En particular, que los robots se traten con
cerebros biológicos tal vez podría llevar finalmente a cerebros humanos funcionando
en un cuerpo robot. Por tanto, ¿deberían tener estos
robots algún tipo de derechos? Y los más importante llegados a
este punto; ¿deberían proseguir las investigaciones pese a todo?
Somos
capaces como seres humanos de tolerar o aceptar lo que estamos creando.
Bibliografía
jueves, 5 de noviembre de 2015
Mapa conceptual
Este es la imagen de mi mapa pasar a visitarlo si gustan saludos https://prezi.com/wxvj8tyzlzvf/edit/#17
miércoles, 4 de noviembre de 2015
lunes, 19 de octubre de 2015
Resumen ¿Qué es ser un estudiante en línea?
Resumen:
Millán
Martínez, S. (2014) ¿Qué es ser un estudiante en línea?
Hoy
en día el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han
venido a transformar la forma en como interactuamos. Sin embargo, esta
modalidad de estudios presenta nuevos retos y desafíos para todo aquel que
aspire a convertirse en un estudiante en línea. Es importante, hacer un pausa
para mencionar brevemente las etapas y la evolución De la modalidad
abierta y a distancia.
“La educación a distancia se basa en
un diálogo didáctico mediado entre docentes de una institución y los
estudiantes que, ubicados en espacio diferente al de aquellos, aprenden de
forma independiente o grupal.” (García Aretio, 2014, pág. 19).
Características
·
Actitud
proactiva.
·
Compromiso
con el propio aprendizaje.
·
Conciencia
de las actitudes, destrezas, habilidades y estrategias propias.
·
Actitud
para trabajar en entornos colaborativos.
·
Metas
propias. Es importante que no pierdas de vista que en esta modalidad los
límites, los pones tú.
·
Aprendizaje
autónomo y Autogestivo.
Retos
·
Dejar
atrás el aprendizaje dirigido.
·
Evita
memorizar y repetir el conocimiento.
·
Dejar
atrás los entornos competitivos.
·
Gestión
y administración del tiempo.
·
Destrezas
comunicativas. Deberás potencializar tus habilidades de lectura y escritura.
Mitos de la educación en línea
·
Es
fácil y sencillo estudiar en línea, solo hay que estar en la computadora y ya.
·
No
hay que leer nada, basta con copiar y pegar la información que encuentre en la
red.
·
Como
no me conocen (físicamente), puedo dejar de estudiar en cualquier momento.
Recuerda que el verdadero
aprendizaje no se basa en consumir ideas o información, sino en apropiarte del
conocimiento. Nunca olvides que cuentas con las habilidades y destrezas
necesarias para triunfar en esta modalidad.
Ser un estudiante en linea no es fácil ni difícil, basta con aplicar estrategias y acciones que te permitan auto gestionar tu aprendizaje. El verdadero aprendizaje no se basa en consumir ideas o información, si no en apropiarte del conocimiento.
Fuentes de información
Bibliografía del autor
Bautista,
G., Borges, F., & Forés, A. (2006). Didáctica universitaria en Entornos
Virtuales de Enseñanza-Aprendizaje. Madrid: Ediciones Narcea.
Cabero
Almenara, J., & Llorente Cejudo, M. (2008). La alfabetización digital de
los alumnos. Competencias digitales para el siglo XXI. Revista portuguesa de
pedagogía, 7-28.
García
Aretio, L. (2014). Bases, mediaciones y futuro de la EaD en la sociedad
digital. Madrid: Editorial síntesis.
Ortíz,
J. R. (1998). La educación a distancia en el umbral del nuevo paradigma
telemático. Recuperado el 19 de Agosto de 2014, dehttp://goo.gl/TNEVsb
Palacios-Jiménez,
N. M. (2005). Un panorama de la educación a distancia. Revista Médica del
Instituto Mexicano del Seguro Social, 461-463.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)